Este cuadro, “Saturno devorando a su hijo”, fue pintado en una
época en la que Francisco de Goya atravesaba una etapa depresiva causada por la
guerra de la independencia y la sordera, entrando en un conflicto interno, esta
obra que incluida en la serie de “pinturas negras” y de todas estas visiones
atormentadoras quizá sea la más terrible. Esta pintura representa al dios
Chronos de la mitología griega, Saturno en la Romana, dotado con el poder de
controlar el tiempo, el cual devora a uno de sus hijos por miedo a ser
destronado.
Esta obra alegórica vista
desde un análisis psicológico apunta en dirección al miedo de las últimas
etapas de la vida, por lo cual, “Saturno” intenta recuperar la juventud
alimentándose de la de su hijo. Goya anciano, atormentado por su visión
desolada del mundo, sintió con dolorosa intensidad el absurdo paso del tiempo
que le abocaba a la muerte. Una pintura en la que dominan los tonos
oscuros y que está dotada de una gran violencia, en la que el estado
anímico del autor es el gran protagonista.
Tras diez años como pintor
de cámara fue nombrado pintor oficial de Palacio por Carlos IV, este hecho
favoreció que el Museo del Prado heredara parte importante de sus obras, entre
los cuales se incluyen retratos oficiales y representaciones históricas basadas
en sus experiencias personales en la guerra que emanan una denuncia sobre la
crueldad humana.
La crueldad humana que
nace de la razón, del origen de un
conflicto, de una guerra. Dicen, y es bien cierto que la razón sin piedad engendra
monstruos, y para luchar contra esos monstruos nos volvemos monstruos.
Cuando luchamos con uñas
y dientes por una razón, nuestros intereses siempre son personales y egoístas.
Este sistema capitalista nos ha estafado a todas, porque cuando peleamos, como cantaría
Sabina, ya rara vez lo hacemos por amor.