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dissabte, 6 d’octubre del 2012

Hijas de un Sistema Canibal (2a. Parte)

Por amor y sin miedo.

En la fotografía, María Ángeles Muñoz, una mujer del barrio del Besòs a quien su exmarido acusaba de adulterio para poder pedir al juez la hija común de cinco años. Este caso  puso en evidencia la injusticia y la desigualdad de las leyes, las cuales castigaban a las mujeres por adulterio con seis años de prisión. En la imagen, María Ángeles Muñoz hacia los juzgados acompañada de militantes feministas.

Esta historia individual sirvió para desvelar la indignación y la solidaridad colectiva. Los grupos de mujeres montaron manifestaciones, abucheos ante los juzgados y popularizaron el eslogan: "Yo también soy adúltera". Las reivindicaciones feministas lograron cambiar las leyes que, a partir del 26 de mayo de 1978, dejaron de considerar el adulterio como un delito.




Por amor y sin miedo.
Ese era el compromiso de Montserrat Roig, con el mundo en general y el universo femenino en particular,  y este compromiso lo mantuvo tanto en su vida privada como en su vida pública.
Aunque, Montserrat Roig, prefería decir que no amaba a las mujeres… deia que:” L’amor és massa cruel perquè tingui la tendresa de l’amistat”.  Y sin duda, al leer y releer sus libros, las mujeres  sentimos la ternura de su amistad.

En estos ultimos días me he preguntado muy especialmente por el principal objetivo de la  “Associació de Dones Montserrat Roig de Sant Joan Desp”, y he ido preguntando a unas y a otras mujeres que es lo que han encontrado en este pequeño espacio asociativo. Algunas me habéis contestado que recordabais momentos  entrañables de convivencia, participación y sobretodo de gran apoyo. Y yo estoy convencida de que eso era lo que veníamos haciendo estos siete últimos años. Compartir y darnos ese apoyo mutuo, que se suelen dar las amigas.

Participación, generosidad y compromiso, en mi opinión son los valores que sustentan el pilar de cualquier  objetivo de  lucha por una justicia social, o importantes causas a las que poner nombre, como son acabar con la desigualdad, con la violencia o con el hambre en el mundo.  
Primero ser personas comprometidas.

Hay quien dice que las personas comprometidas, las que dedicamos parte de nuestro tiempo a los demás, posiblemente lo hacemos porque tenemos un vacio personal. En mi opinión, las personas que no entregan parte su tiempo a los demás, las personas que no se comprometen no están completas. Creo sencillamente  que el compromiso nos transforma.

También hay quien afirma que las personas que trabajan voluntariamente convencidas por una sociedad justa e igualitaria, deben hacerlo de forma totalmente generosa y sin esperar nada a cambio. Opino que la generosidad, como ya he comentado, es imprescindible, pero voluntaria o involuntariamente esperamos algo, ¡y tanto que esperamos! esperamos que esa misma generosidad se contagie y  crezca a nuestro alrededor.

Por otro lado se rumorea que buscamos cierto protagonismo. Cambio” protagonismo” por “ser protagonistas”. Todas deberíamos ser protagonistas. En mi opinión las personas que solo son espectadoras no juegan limpio, ¡y así no vamos bien! Si no somos capaces de reconocer nuestra responsabilidad en el andar de las cosas y nos desentendemos y nos abstraemos considerando que la sociedad es la responsable y que nosotras tan solo somos las victimas y protestamos como si todo lo malo viniera de fuera de nosotras, pues eso… que no vamos bien!

Pero que os voy a contar que no sepáis ya. El ser espectadoras solo nos da derecho a aplaudir o a silbar según nos vaya.

Nuestros objetivos son muy ambiciosos. Todas las causas están en este pequeño espacio asociativo, si queremos luchar por nuestros derechos, por los derechos de las personas tendremos que empezar por comprometernos.